Como ya sabrán algunas y algunos de ustedes, a mí me gusta
hablar mucho. Creo que hablo más de lo que hago, pero al menos hablo. Lo
importante de todo esto es poderse expresar, comunicar y generar algo.
Como ya podrán haber notado, al parecer, me gusta provocar,
jochar y hablar mucha mierda sólo para joder al resto de personas. Sí, es
cierto. Es divertido. Y se me acusa de que mis
argumentos no están bien sustentados por bases teóricas. Pero tengo que
confesar algo; no me interesa mucho la teoría.
Siento que hay un vicio sobre el que muchas veces patinamos;
reproducir criterios.
La educación nos ha acostumbrado a recitar conceptos
completos con puntos y comas. Si nos equivocamos es malo y crecemos con miedo a
errar, convirtiéndonos en grabadoras que declaman teorías, incapaces de generar
criterios conscientes. Pasa mucho y de muchas maneras. La aceptación está en
decir lo "correcto", y lo "correcto", al parecer, está escrito en piedra. Yo no estoy de
acuerdo con esto.
Pasa que cuando escribo quiero compartirles mi punto de
vista, mi sentir. Por esto no me preocupo mucho por demostrarles que conozco de
algunos temas. Si, cuento con teorías y bases de diferentes fuentes, pero
ustedes dan clic a un link (De mi blog) esperando leer mis ideas, escucharme a través de las
palabras y concordar o discordar conmigo.
Sí yo quisiese demostrar mis conocimientos seguramente les
daría un discurso aprendido en 4 horas. Sí quisiera informarles de algo tal y
cual es, les pasaría un link para que se informen. Pero quiero comunicar lo que
siento y eso viene de mis vivencias “únicas” que van marcándome y transformando
mi discurso, mi manera de ver el mundo y personalidad.
Esto puede que sea una justificación a lo que escribo.
Pero ahí va. Soy más práctico que teórico (aunque no haga nada). No me da miedo
equivocarme, contradecirme, discernir del resto, desencajar u ofender con lo
comunicado. Lo importante es expresarse, las equivocaciones son el pan de cada
día, generar una voz propia, que salga de las entrañas, no siempre es bueno
resguardarse bajo la falda de una voz ajena que nos represente, y reprimirse no
es una opción.