Este fin de semana (6, 7 y 8 de Diciembre) me fui a dar una vuelta por Somoto, un lugar nunca visitado por mi persona. Resulta que en las negroaventuras solo he llegado hasta Estelí, así que una vez pasándolo no tenía ni idea de lo que venía. Lo primero fue el frío que entraba con el viento por las ventanas del bus, 9:30 de la noche, segundo; las curvas de Cucamonga que según me dijeron tienen abismos a ambos lados, un valle iluminado por la luna que se asoma entre las montañas y el silencio de un pueblo que se duerme temprano.
Para no hacerles largo el cuento, me fui junto a la compañera Sarahí Mendoza, del grupo de teatro Experimental Maraña, a dar un taller de teatro a un grupo de jóvenes de algunas comunidades rurales de Madríz, como les dije, no tenía ni idea a lo que iba y esto logró que cada hermoso detalle me hiciera enamorarme de la experiencia.
Las personas que asistieron al taller, en su mayoría chavalas y chavalos menores 16 años, provenían de las comunidades de Río Grande, La Manzana y Los Canales, en Madríz. Para mi sorpresa ellas y ellos son integrantes de un par de grupos de teatro formados en sus comunidades; el primero se llama “Guardabarranco“ cuyos integrantes son mayores de 14 años, y el otro grupo, con integrantes más pequeños, se llama “El jardín de las flores lindas“, nombre que encantó de la voz de su pequeña integrante Sobeyda, una niña de 9 años que caminó, junto a 3 personas que asistieron, 2 horas para llegar al lugar donde daríamos el taller.
Estas chicas y chicos son, además, integrantes de redes de referentes comunitarios para la defensoría del derecho a la educación dentro de un proyecto llamado “Si a la participación de la niñez por el derecho a la educación“ apoyado por IMPRHU - Somoto.
Y ahora... ¡LAS FOTOS!
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